jueves, 12 de abril de 2012

Fic Robsten: "Looking my paradise..." - Robsten & TGC (+18)


"Looking my paradise...
                               to love you more..."


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"Allá donde esté, en un paraíso maravilloso, sólo le faltará una cosa... Tú. "
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- Rob -


— ¡No! ¡Para Rob! —gritó Kristen dificultosamente entre sollozos al tanto que una hermosa y celestial melodía empezaba a inundar la habitación producto de sus estruendosas carcajadas mientras que mis manos jugueteaban y se apoderaban de su piel provocándole miles de cosquillas.

— Prométeme que te quedarás conmigo hasta más tarde —pedí.

— No... —Rió— No puedo Honey...

Bufé e hice rechinar mis dientes mientras que Kristen seguía riendo y retorciéndose entre las sábanas. Trató de escapar de mi agarre, pero le fue imposible pues la inmovilicé parcialmente, sujetándole las manos y poniéndolas por encima de su cabeza, y empecé a besar su cuello, delineando su grácil curva y bajando lentamente por su pecho, por sus pequeños pezones los cuales estaban muy sensibles y excitados haciendo que mis labios temblaran por poseerlos. Sus senos lucían más grandes y redondos que nunca y los veía subir y bajar al ritmo de su acompasada respiración lo que recreaba ante mis ojos, el mejor y el más delicioso desfile erótico.

Cerró los ojos dejándose llevar por las suaves caricias de mi lengua mientras que las risas fueron transformándose en leves jadeos, los cuales constituían otra de mis melodías favoritas. El toque especial lo daba una fina capa de sudor que cubría su cuerpo y su rostro haciendo que su nívea piel brillara aún más e hiciera un contraste perfecto con su rebelde cabello oscuro haciéndola ver como la criatura más sexy, exquisita, hermosa y perfecta del planeta… para mí…

Sí, solo ella… Mi Kristen. Solo mía.

— Quisiera quedarme contigo... —dijo entrecortadamente. Sus ojos liberaron un destello de tristeza, el cual llegó a mi corazón. Ninguno de los dos quería volver a separarse—… Pero no puedo...

— ¿Otra vez saldrás con Ruth? —le pregunté mientras trazaba pequeños dibujos por sus muslos, subiendo lentamente por su cadera hasta llegar y jugar con los vellos de su pubis.

— Tenemos que ver algunos detalles extras de la película —bufé e hice un pequeño mohín para suavizarla—. Oh no… esa carita no, Rob —me reprendió y yo solo dejé descansar mi mentón en su pecho. No quería dejarla ir.

— Quiero que te quedes, baby…

Suspiró.

— Te prometo que es la última vez que lo hago. Si todo sale bien hoy, desde mañana me tendrás todo el día.

— Quiero que desde hoy.

— Oh, déjame ir, Honey… —me acarició la barbilla con ternura—. Tengo que discutir ciertos detalles… ¿O quiere Sr. Pattinson que su mujer vuelva a posar desnuda al lado de un hombre? O quizá quiere que... —no podía dejarla hablar más, estaba seguro que ella seguiría martirizándome, así que la contuve.

— ¡Entendí! —exclamé odiando recordar “algunas escenas” de algunas películas del pasado. Ella me miró mordiéndose los labios. Kristen amaba verme celoso.

Estaba a punto de abrir la boca para quejarme pero ella fue más viva y aprovechó mi segundo de debilidad para girarnos y sentarse a horcajadas sobre mí. Su piel tocó mi piel en una sensación fortuita y escarapeló todos y cada uno de mis vellos. Tiró su cabello hacia atrás y acercó sus labios a los míos para besarme apasionadamente. 


Como cada vez que nos besábamos, sus labios, suaves y finos me estaban haciendo perder la razón y todo mi cuerpo reaccionó de inmediato cobrando vida lo que hizo que mis manos no tardaran en cogerla de los muslos e incitaron a acortar el espacio que nos separaba del cielo y el paraíso. Frente a mi pequeña intrepidez, recibí como respuesta un imperceptible jadeo que fue en aumento conforme mi boca devoraba la suya y mis manos seguían dándole placer a sus senos.

Solo cuando oí  el siguiente gemido de Kristen, no lo dudé más, solté una maldición y arrojé las sábanas a un lado. Los latidos desbocados de mi corazón y la sangre precipitándose con fuerza por todo mi torrente sanguíneo me daban la clara señal que quería disfrutar y saborear nuevamente el cuerpo de mi esposa.

— Mi celoso favorito —susurró en mi oído.

— Soy tu único celoso —le respondí con seriedad.

— Lo sé —me sonrió cariñosamente—. Te amo, Honey… Pero debo irme…

Se levantó sensualmente contorneando su esbelta y bien proporcionada figura y se dispuso a vestirse con mi camiseta negra favorita para así tapar su desnudez, cosa que no podía permitir; así que, con una rapidez inexorable, la jalé y la volví a echar a mi lado. Aún no estaba listo para separarme de sus brazos ni privarme de su maravilloso cuerpo de infarto ni mucho menos, de las esculturales y delineadas piernas que ella poseía… Rozó su trasero con mis caderas y cada partícula de mi ser se excitó de nuevo y estuvo listo para volver a cubrirle de besos y caricias. 

Había visto aquella silueta por años y para mí, seguía siendo la más sexy que jamás haya visto en mi vida, y lo mejor era que sentía, sabía y aseguraba que había sido creado solo para mí.

Solo para mí… eso mismo, marcado y resaltado con sangre de mis venas.

La besé nuevamente impregnando mis pulmones con la rápida y detonante ráfaga de aire que nació de su cabello castaño y que parecía más una esencia floral. ¡Ni “Vanity Fair” ni “GQ” ni ningún otra revista podría hacerle justicia a su belleza!

Todo mi mundo era feliz.

Estaba en el paraíso con una diosa americana cuando toda mi ensoñación fue interrumpida por unos sonidos largos y chillones provenientes del celular de Kristen. Ella se quejó y cerró los ojos con ligero fastidio.

— Debo irme Honey —suspiró con pesadez. Estaba seguro que ella odiaba aquellas reuniones de trabajo, pero eran vitales para su carrera como actriz.

— ¿A qué hora regresarás? —le pregunté dándome por vencido. Ella acunó mi rostro entre sus manos y juntó su nariz con la mía mientras unía nuestros corazones que latían al unísono.

— Antes el almuerzo.

— Te esperaré con una tortilla —le prometí sonriendo y recordando que mis artes en la cocina habían mejorado mucho. Kristen alzó una ceja totalmente incrédula, bueno… ¡¿a quién le engaño?! Lo único que sabía hacer era arroz, puré y tortilla, platos que aprendí de ella, pero aún así, mantuve mi sonrisa.

— Ok, hon. Pero no me toques el horno —me amenazó—. Debo preparar una torta para la cena de mañana con mis padres y si malogras todo Robert —me apuntó con el dedo—, te quedarás sin pastel de chocolate.

Me encogí de hombros ante el peligro que era su ceño fruncido.

— Que importa… te tengo a ti —ella se mordió los labios y el brillo natural de sus ojos se convirtió en un destello de luz impúdico.

— ¡Oh shush! —yo reí y la miré, si ella respiraba, yo vivía; si ella sonreía, yo lo disfrutaba; Kristen podría hacer lo que quisiese y yo con solo verla a los ojos y ver que era feliz, me era suficiente…

¡La amo!

Se duchó en quince minutos y salió apurada para vestirse con unos pantalones pitillos de jean azul oscuro y una camiseta blanca, una de las últimas que habíamos comprado en nuestra tienda preferida de East Hollywood hacía unas semanas. Se calzó sus conversesy dejó caer sobre su espalda, su espesa y ondulada melena caoba en cascadas. Era absolutamente preciosa.

Me regaló una última sonrisa, una última mirada de ternura desde el marco de la puerta donde Bear saltaba y movía la colita despidiéndose y se volvió para salir, dejando atrás parte de mi alma y llevándose consigo la otra mitad de mi corazón.

Volví a recostarme en la cama por unos minutos más pensando en lo reservada que estaba siendo Kristen con esta nueva película ya que no me quería decir ningún tipo de detalle hasta que no estuviera cien por ciento segura y hubiese firmado el contrato.

— Sólo te digo, que si lo consigo, será uno de los mejores papeles que haya podido tener en toda mi vida… —me dijo la otra noche con una gran sonrisa que reflejaba en cada centímetro de su rostro, esperanza y superación.
Por ello, yo estaba alegre y orgulloso, porque cada triunfo de ella, era mío, lo vivía como mío.

No tuve más sueño, así que decidí despejar la tristeza de no tenerla a mi lado viendo un canal de cocina gourmet… Luego de eso, me duché, arreglé un poco la casa, saqué a pasear a Bear a un parque cercano e incluso compré un poco de helado que sería el postre alterno para el almuerzo, pues era obvio que el primer postre sería Kristen.

Esa era mi rutina de casi todos los días, salvo algunas excepciones en las que Sam, Marcus o Lizzy venían a visitarnos y se quedaban unos días hospedados con nosotros. Cuando eso ocurría, Bear andaba como loco por toda la casa, creyéndose el dueño de ella por toda la atención que recibía, además, él intuía y olía el aroma de la carne asada que muy bien sabía preparar Kristen en ocasiones especiales; así que, andaba de juguetón mientras que nosotros recordábamos ciertos momentos de nuestras vidas… aquellas que no volverían pero que siempre estarán grabadas en nuestras memorias.

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Al día siguiente, mi amor se levantó más temprano de lo normal para preparar el relleno de manjarblanco de la torta de chocolate, la cual llevaríamos a la casa de sus padres para la cena de esta noche. No me acordaba el motivo de la reunión, pero creo que era algo relacionado a su hermano mayor. Cuando llegué a la cocina, llamado por el intenso olor de la vainilla, el café y el chocolate, vi una de las imágenes que siempre me había acompañado y que amaría hasta el final de nuestras vidas: verla vestida con un short de jean y un delantal blanco, cocinando magistralmente mientras que su pie derecho lo colocaba detrás de su tobillo izquierdo dejando descansar todo su peso en él. Una pose muy relajada, confiada y sexy, propia de una amante de la cocina como lo era ella: Mi chef. Mi sexy chef.

— Buenos días, mi amor —la asalté y la abracé por la espalda haciéndola pegar un saltito. Su cabello tenía impregnado un intenso olor a chocolate. Riquísimo.

— Buenos días, ¿te desperté? —giró su rostro y me dio un besito en la comisura de mis labios.

— No. La que me despertó fue tu ausencia —sus mejillas se tiñeron de un suave color carmín.

— Oh discúlpame… pero Ruth vendrá por mí en una hora y quería dejar lista la torta.

— ¿Otra vez saldrás con Ruth? —mi voz sonó a súplica. Ella me miró con culpa.

— Sí —me dijo desanimada—. Hoy por fin se acaba todo, Rob. ¿Quieres café?

— No. Tomaré jugo —le dije un poco fastidiado. Otra vez ella se iría. Kristen asintió y se dirigió al refrigerador para sacar una caja de jugo de durazno. Yo por mi parte puse a tostar pan y acomodé la mesa para desayunar. Cuando el sonido de la tostadora me avisó que todo estaba listo, Kristen se incorporó sacando del horno unos muffins con chispas de chocolate y los trajo a la mesa en un platito. Mis ojos se encendieron de hambre y me los devoré de inmediato y sucumbí al deseo que probar una deliciosa taza de café. Otro de los secretos de mi esposita.

Al final, no podía enojarme con ella ni con su trabajo porque yo también tuve largas horas de grabación en el set inclusive fueron madrugadas enteras en las que ella me apoyó totalmente, yéndome a visitar todas las noches y viajando por más de veinte horas en un avión para estar conmigo y hacerme partícipe de su cariño… Y yo debía seguir correspondiéndole de la misma manera, lástima que me había convertido en una persona muy dependiente e impaciente que necesitaba tener a la luz de su vida al lado siempre.  

Mientras degustaba el intenso sabor del café recién hecho, un dulce amargo corrió por mi garganta, sentía que toda esta semana y la anterior había sido completamente surreal. Kristen estaba más dinámica, más activa, saliendo con Ruth a diario para mantener conversaciones con los productores de su nueva película que más parecía “secreto de estado” pues se sabía muy poco de ella. Lo único que se rumoreaba eran los nombres de sus co-protagonistas lo cual me tenian alterado ya que eran muy, pero muy conocidos para mí, incluso con uno de ellos tenía una mala experiencia… sí, ya saben a quién me refiero… ¡al fideo mal cocido de Garrett!

Futura película de Robsten ^^
Menos mal que nuestras chicas del Twitter, las “Robstens”, salían a defendernos creando miles de teorías acerca de su nuevo papel protagónico -incluyendo historias fantasiosas- y suponiendo que todo este secreto se debía a que la película en cuestión sería un boom protagonizado por Kristen y por mí… ¡Qué más quisiera yo! ¡Trabajar nuevamente con ella en un set! Pero lamentablemente, ellas estaban muy lejos de la verdad y yo sólo era víctima del nuevo proyecto de mi esposa.

Años atrás, tenía a Tom “Simba – Stu” a disposición mía. Él viajaba a cuidar a mi Kristen a Montreal, New Orleans, Londres y a cualquier ciudad, pueblo o recóndito rincón del mundo en el que ella pudiese ir a grabar; pero ahora la paternidad lo tenía ocupado. ¡¿Quien podría imaginar que él sería el primero del grupo en ser padre?! Claro que todos apostaban por mí porque sabían las ganas que tenía de compartir la sensación más maravillosa de ser padre con Kristen, pero bueno... Tom se nos adelantó y yo perdí la apuesta y terminé con la cabeza rapada, hecho que, por lo que leí por Twitter, había causado revuelo...

Sonreí de solo recordarlo.



— No dejas de impresionar a la gente, hon. Ya me imagino lo que dirán al verte así —me comentó Kristen mientras me vestía. Había escogido ponerme un pantalón oscuro y una camisa azul con cuello para esta ocasión. Al escuchar sus palabras volteé a verla y la encontré sentada en nuestra cama con el cabello alborotado, una polera diminuta cubría parcialmente su cuerpo.


— Es uno de mis encantos —dije sensualmente. Ella arqueó una ceja, de aquella exquisita manera que sabía hacerlo—. Además sé que te gusta mi nuevo corte de cabello.

— ¡Al que le gusta es a ti! —protestó acercándose. Tiré mi camisa al suelo y me importó muy poco la hora y el lugar a donde debía acudir. Kristen semidesnuda era un espectáculo que jamás podría perder. Se me hizo agua la boca.

— Ayer no me dijiste eso babe... —incliné mi cuerpo arrimándola contra la pared del dormitorio—.... Si mal no recuerdo, te encantó llevar tus manos a otra parte de mi cuerpo y sin pudor me pediste que te haga mía con más fuerza... —susurré de la manera más tentadora y cínica posible deleitándome con el rubor de sus mejillas.

— ¡Rob!

— Nadie nos escucha aquí... Y Bear no cuenta...

— Llegarás tarde a los PCA

— Siempre lo hago... —no le di importancia. Acerqué mis labios a su cuello y empecé a besarlo suavemente al tanto que mi mano levantaba su polera.

— Pervertido —musitó. 

— Tú me tienes así, babe...

Después de eso terminé por desnudarla con una rapidez que no me creía capaz. Llené de besos cada centímetro de su piel, no hubo espacio que no haya sido provocado ni mimado por mi boca ni mis manos. La recargué en la pared y nos dejamos llevar por toda la pasión y la química explosiva que nos caracterizaba. Habíamos hecho el amor hasta los primeros rayos del alba, pero aún así, mi cuerpo seguía pidiendo más. Nunca se saciaría de ella... Y así sería hasta el final...

— ¡Rob! ¡Robert! —llamó bajándome de mi momento de ensoñación. Mi café ya se había enfriado y el muffin aún lo tenía por la mitad. Esas eran las consecuencias de soñar despierto con ella.

— Mmmm… 

— Tom está al teléfono. Está en Los Angeles —enfoqué mi visión hacia el lugar donde provenía su voz y la vi parada al lado del horno microondas. Estaba parada tapando el auricular del teléfono. De inmediato me paré.

— ¿Tom está aquí? —cuestioné confundido.

— Sí. También estoy sorprendida. Me acaba de decir que en Londres está haciendo mucho frío así que decidieron tomarse unas pequeñas vacaciones aquí en América.

— Oh… Entonces, ¡Little S está aquí! —exclamé emocionado pensando en el hijo de Tom.

— Sip. Pero Rob, por favor, ¡no le enseñes palabras raras al bebé! —me advirtió con voz mandona desde la puerta de la cocina. 

— ¡No pensaba hacerlo! —me defendí de inmediato y ella se marchó rodando los ojos. Era obvio que no me creía pero... ¡yo no tenía la culpa! Mi pequeño ahijadito era totalmente diferente a su padre. Él, "Little S" era listo, inteligente y muy juguetón, lo que me encantaba porque aprendía muy rápido todo lo que le enseñaba. Sus ojitos eran preciosos y siempre brillaban de alegría cuando nos observaba. Muchas veces y desde que había sido un bebé, abría sus bracitos cada vez que me veía llegar y ya sabíamos que era una señal para que solamente yo lo cargara; muchas otras veces no dejaba que nadie le cambiara el pañal a no ser que sea yo… Awww… Era un pedacito de ternura, un retazo de un cielo perfecto… Si tan solo ese bebé fuera mío y de Kristen, estaría completamente en el paraíso. Mi paraíso…

*— ¡Hey Thruster! —saludó Tom con su característico tono infantil por el otro lado del auricular. Él nunca cambiaría.

— ¡Oh por Dios…! ¿Sabes cuánto tiempo ha pasado Tom?

*— Sí, lo tengo contado con días y horas. Pero no me cansaré de fastidiarte.

— Mierda —maldije—. Te advierto que no haremos hoy de babysitter mientras ustedes andan de tour por Los Angeles, Tom —señalé. Tenemos una cena especial con los padres de Kristen.

*— ¡Ah! ¿Será hoy entonces? —preguntó con una obviedad que no entendí. Era la primera vez que le mencionaba lo de la cena y él parecía estar muy enterado. Algo muy raro.

— ¿Qué dices? ¿Estás borracho?

*— ¡Estás loco! ¿Después  de que me acusas de oportunista y de solo llamar para pedirte favores, me crees borracho? —se hizo el ofendido.

— No me parecería extraño —me burlé—. Estoy al tanto de tus costumbres, dude.

*— ¿Qué clase de amigo y padre me crees?

— Bueno, lo acepto, no solo llamas para pedir favores, sino para molestar también.

*— Pagarás cada palabra Robby —sonó a una vana amenaza.

— Ya quisieras —gruñó y su barba de seguro quedó atorada en el teléfono porque no pudo mencionar otra palabra más ya que la voz angelical de un pequeñín empezó a sonar por el otro lado del auricular llamando mi atención y robándome una sonrisa.

*— ¡Tío Robb! ¡Tía Kis! —gritó "Little S"
*— ¡Hey! ¿Y tú que haces despierto tan temprano? —le preguntó Tom sorprendido. Mi pequeño ahijadito soltó una risita e intuí la pequeña riña que debía estar realizándose en el cuarto de hotel por la posesión del teléfono. Esos dos parecían unos niños.
*— ¡No puedo dolmil!

Reí.

— Hey Little-S, ¿cómo estás?

*— Bien. ¡Estamos en Los Andeles, tío! —sonreí de oreja a oreja y casi me derretí al escuchar su voz de ángel.

Me abstraje del lugar donde estaba por tratar de conversar con él, por escuchar las ganas que tenía de hablar conmigo y contarme cómo les había ido en el vuelo y la comida rara que le dieron en el avión; felizmente aquí lo estaban pasando mejor y, al igual que su padre, se le escapó sutilmente, la sorpresa que nos tenían: una 'montaña de regalos', lo que me pareció un poco extraño viniendo del gato-simba Stu. Yo reía y sonreí como loco, amaba a este pequeñín y no veía la hora en que Kristen se decidiera a darme la mejor noticia del mundo… ser padre.

Estaba tan ensimismado con la plática que no escuché cuando Kristen volvía a llamarme por mi nombre, lo pronunció varias veces hasta que aturdido, hizo que levantara mi mirada hacia ella. Kristen notó mi lejanía y añoranza al hablar con el pequeño hijo de Tom y me besó suavemente en los labios con un sentimiento que no lo había sentido nunca antes. 




— Te amo, mi amor. Regreso a la una —susurró.


El fugaz beso me resultó dulce pero a la vez raro. Era como una mezcla de amor, pasión pero a la vez melancolía. No lo entendí, solo fui consciente que antes de cerrar la puerta y agitar su mano como despedida, volteó a mirarme con un dejo de nostalgia. Las despedidas, aunque fuesen cortas, nos tenía siempre al límite.

— Adiós, mi vida… —susurré para mí.

Después que conversé con Tom y quedamos en salir después de la cena con Jules; recibí la llamada de mi mamá. Era la tercera vez en esta semana que me llamaba y todavía no llegábamos a viernes. Suponía que era porque no íbamos a Londres hacía un buen tiempo y eso la tenía muy inquieta puesto que en su voz se reflejaba cierta preocupación, y ni que decir de Lizzy o Victoria. Las dos, también se mostraban ansiosas y aunque lo negaban y trataban de ocultarlo con sus típicas bromas, mi intuición no fallaba... Ellas me escondian algo, pero no quise entrar en detalles porque sabía que saldría perdiendo y digamoslo así, me encontraba melancólico porque Kristen se había marchado y porque había hablado con Little 'S'... Si tan solo tuviéramos un pequeño bebé...

Suspiré. Felizmente, mi papá era el que mantenía la cordura.

— ¿Cómo está Kristen?

— Bien. Salió a ver lo de su nueva película.

— ¿Sigue en eso?

— Sí —suspiré—. Pero al parecer hoy es el día que le ponen punto final a las negociaciones. Ya me tiene harto.

— Oh vamos hijo, debes entenderla, cada proyecto es importante para ella.

— Lo sé, y la apoyo totalmente, pero, supuestamente estábamos de vacaciones y de la noche a la mañana, la veo partir todos los días muy temprano hacia los estudios de grabación. ¡Ayer no comió nada!

— Verás que todo sacrificio, tiene su recompensa, cariño —la suave voz de mi mamá me reconfortó por el altavoz.

— Eso espero. De verdad que eso es lo que más deseo.

— Confía Rob. Confía en Kristen —la manera en que pronunció aquellas palabras me hizo temblar. Era como si mi mamá tratara de enviarme un mensaje secreto.

— Bueno, que se diviertan esta noche en casa de Jules y John. Envíale nuestros saludos.

— Lo haré, papá. Estaremos muy pronto por ahí —me despedí deseándole una velada tranquila y  coloqué el celular en la mesita bajo la atenta mirada de Bear. Una caminata no me vendría mal a esta hora, pero primero, lo primero, tenía que preparar la sorpresa para Kristen. 

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